Una fachada minimalista se caracteriza por su diseño simple y limpio, donde se busca la
simplicidad, la funcionalidad y la elegancia en lugar de la ornamentación excesiva. Este
estilo arquitectónico se adhiere a la premisa de “menos es más”, y se centra en formas
geométricas básicas, líneas rectas y colores neutros para crear una apariencia moderna y
atemporal.
Las características comunes de una fachada minimalista incluyen:
Líneas limpias y simples: Las líneas rectas y bien definidas son fundamentales en el diseño
minimalista. Se evitan las curvas excesivas y los detalles intrincados.
Uso de materiales modernos: Se prefieren materiales contemporáneos como el vidrio, el
acero, el concreto y el aluminio. Estos materiales a menudo se presentan en su forma más
pura y sin adornos.
Colores neutros: La paleta de colores suele ser simple y limitada, con tonos neutros como
blanco, negro, gris y beige. A veces se incorporan toques de colores más intensos, pero en
general, se busca la armonía y la coherencia cromática.